Roatán ^Nueva!

Durante mucho tiempo, el Caribe guardó a Roatán como su mejor secreto. Este rincón de Honduras cautiva con los tonos vibrantes de su arrecife coralino, su horizonte azul turquesa y las montañas cubiertas de selva tropical que se alzan frente al mar. Sus cayos e islotes parecen dibujar la definición misma del paraíso caribeño. Al caminar sobre sus aguas cristalinas, el viajero puede ver sus propias huellas marcadas en la arena blanca, tan suave y fina como el marfil. Hoy, más de un millón de personas siguen ese mapa cada año, llegando en vuelos, ferris y cruceros para encontrarse con un tesoro natural imposible de guardar en un cofre.

Ubicada entre Guanaja y Útila, Roatán forma parte del Arrecife Mesoamericano, la segunda barrera coralina más extensa del planeta. Sus playas de aguas limpias y arenas doradas invitan a nadar, bucear o simplemente contemplar el océano caribeño.

La isla es reconocida mundialmente por sus escenarios de buceo y esnórquel, donde abundan tortugas, rayas y peces tropicales que se mueven entre corales de intensos colores. En playas como West Bay o Half Moon Bay, los visitantes disfrutan tanto del descanso como de la aventura en actividades acuáticas y ecológicas. El Parque Gumbalimba, los paseos en tirolesa o los recorridos por los manglares completan la experiencia.

Roatán también es un destino cultural: sus comunidades garífunas, como Punta Gorda, comparten su música y danza con los visitantes; mientras que sus mercados, talleres artesanales y la fábrica de chocolate revelan el alma isleña.

Conectada por aire y por mar, esta joya hondureña recibe cada año a viajeros de todo el mundo. Su desarrollo turístico va de la mano con el respeto por su entorno, convirtiéndola en un referente del ecoturismo del Caribe.

En síntesis, Roatán representa el encuentro perfecto entre la selva, el mar y el arrecife: un escenario natural donde la belleza tropical y la vida marina se funden en armonía.


Foto: Chalo Garcia @photosbychalo